Vivir despacio, sin prisas y sin agobios es posible. Esta afirmación no la hacemos nosotros, sino millones de personas. El slow life existe. De hecho, mucho más cerca de lo que nos pensamos podemos encontrar ciudades que viven a un ritmo más lento y relajado. Son lugares con menos de 50 mil habitantes que tienen mercados con productos ecológicos, edificios sostenibles y restaurantes con huerto propio. Sin ir más lejos, en España hay siete localidades que ya practican el slow life o vida lenta. Hablamos de Begur, Pals y Palafrugell en la provincia de Gerona; de Bigastro, al sur de Alicante; Rubielos de Mora, a 52 km de Teruel; y de Mungia o Lekeitio, cerca de Vizcaya.
Origen y significado del slow life o vida lenta
Aunque cada vez sean más las localidades españolas que se apuntan al slow living, el mayor número de ciudades “slow” se concentra en Italia. Fue allí donde se originó este movimiento a finales de los 80 como respuesta a la invasión de la comida basura o “fast food”. En 1986 el crítico gastronómico Carlo Petrini, inspirador del movimiento internacional Slow Food, se rebeló ante la apertura de un MacDonald’s a los pies de la Plaza de España, en Roma. Así surgió la plataforma fundada por Petrini y un grupo de activistas con el fin de defender la alimentación tradicional, el placer de la buena gastronomía y, en definitiva, un ritmo de vida más pausado. Sin embargo, el concepto del slow food (comida lenta) pronto se extendió a otros campos y ahora cuenta con casi 100 mil seguidores repartidos en más de 40 países que apuestan por un ritmo lento en la cocina, el trabajo, la escuela y hasta en el ocio.
Si nos preguntamos por el significado del movimiento slow life (vida lenta), podríamos definirlo como una corriente cultural, de alcance mundial, que promueve la desaceleración del nuestro actual estilo rápido de vida. Su objetivo consiste en intentar controlar nuestro propio tiempo en vez de vivir sometidos a la tiranía de la inmediatez. Por eso, la cultura slow prioriza las actividades que buscan el desarrollo integral de la persona. Nos referimos a comer con los amigos o la familia, dar un paseo por la playa, salir a dar una vuelta en bici un día de sol o dormir una siesta los domingos. Actividades naturales y fundamentales que muchas veces quedan enterradas por la dictadura del tiempo.
Objetivo del movimiento slow life
Todo esto no significa que tengamos que dejar de lado las ataduras y vivir libre de responsabilidades. El objetivo del slow life apuesta por revisar aspectos tan fundamentales y cotidianos como el descanso, la comunicación, la alimentación, las relaciones con nuestra pareja, familiares y amigos. Incluso hace referencia a nuestro nivel de conciencia y gratitud con todo lo que nos rodea. En este sentido, la propuesta del concepto slow busca un punto de equilibrio entre el cuerpo, la mente y el espíritu. Para ello primero hay que detenerse, analizar qué estamos haciendo con nuestra vida, decidir hacia dónde queremos ir y hacer los ajustes necesarios para lograrlo. Y todo por este orden.
¿El slow living ayuda a ser más feliz?
Quienes lo practican afirman que sí. Que el slow living te ayuda a ser más feliz. Porque requiere echar mano del freno, reajustar y seguir avanzando con las ideas y los objetivos de vida mucho más claros. Y es que el hombre está hecho para tener metas. Y si tu meta es ser más feliz, abrazar el movimiento slow sería un muy buen punto de partida.
5 claves para poner en práctica la filosofía slow life
Es cierto que puede que nos sintamos inmediatamente atraídos por la idea de alejarnos del estrés y disfrutar más de la vida. Pero, ¿cómo conseguirlo? Esa es la pregunta. Cuestión difícil de responder, ya que la única palabra que conseguimos articular después de echarle un ojo a nuestra agenda es: imposible. ¡Con todas las obligaciones que tengo no puedo abrazar la filosofía slow life!
Vale, párate, respira y siéntate. Nadie dijo que esto fuera a ser fácil. Al menos, inténtalo. No te rindas a la primera de cambio. Por esta razón, hemos recopilado algunas claves para que comiences a poner en práctica la filosofía slow:
1. Detrás de una cosa va otra.
No somos máquinas. Aléjate del “hacer por hacer”. Descubre tu ritmo, síguelo y trabaja a una velocidad constante, pero sin pausa. No hagas las cosas de manera automática. Acuérdate de tomarte tu tiempo para planificar, organizar y priorizar las tareas. Que una cosa salga detrás de la otra. Y recuerda descansar. Hay veces que un parón a tiempo resulta ser el empuje necesario para acabar ese trabajo que nos trae de cabeza.
2. Practica el «slow eating»
Recupera las comidas sin el móvil y sin televisión. Si puedes, come en compañía de otras personas mientras disfrutas de la charla. Si no, simplemente saborea los alimentos en solitario masticando bien entre bocado y bocado. De esta manera tu cuerpo procesará la señal de saciedad antes y te ayudará a perder peso. ¿No te seduce la idea de volver a la costumbre mediterránea de sentarse a la mesa con cubiertos y en compañía?
3. Un momento de estrés por uno de relax
Compensa los picos de trabajo o de obligaciones por actividades relajantes como el salir a correr, el yoga, la lectura, las manualidades o un viaje en pareja. Busca pasatiempos que te inviten a la pausa y la reflexión. Dale a tu mente pausa y desconexión después de un período de estrés.
4. Ración extra de mimos y cuidados
¿Has oído hablar del “slow beauty”? Pues sí, ¡existe! Esta práctica nos invita, por ejemplo, a cumplir el ritual diario de limpiar e hidratar bien la cara antes de irnos a dormir. O también a no olvidarnos de beber dos litros de agua al día, a comer las 5 raciones diarias recomendadas de fruta y verdura y a obsequiarnos con un masaje de vez en cuando.
5. En contacto con la naturaleza
No hace falta abandonar la ciudad e irse a un bosque a vivir. Está comprobado que en los entornos urbanos y virtuales los niveles de ansiedad y el estrés suben. Es una patología llamada “transtorno por déficit de naturaleza”. Pero podemos paliar este efecto saliendo a pasear por zonas verdes o haciendo ejercicio en entornos naturales. De hecho, el agua y la vegetación son magníficos ejemplos de la slow life.
Me gustaría conocer más acerca del movimiento “Slow Life”
Grandes consejos, sobre todo los relativos al autocuidado y a no «hacer por hacer» ?
Me parecen excelentes las recomendaciones para nuestra vida diaria.
En Cataluña hay algún colectivo de Slow life? Cómo puedo conectar con ellos?
Gracias
Gracias Lau, pero lo desconozco. Un saludo.
Muy interesante, es necesario y vital para muchas patologías.
Lo intentaré, seguro que mejoraré.